Lograr que los productos lleguen de la
fábrica al consumidor a bajos precios y alta calidad no es tarea
sencilla. El proceso requiere la coordinación de múltiples actores como
proveedores, gerentes de producción, transportistas, etc. Esta es la
magia de la logística estratégica…
La evolución permanente y las exigencias de los mercados hoy
globalizados plantean a las organizaciones nuevas necesidades a resolver
a través de cambios y ajustes de estrategias y prioridades. En un marco
de crecientes presiones competitivas, alta especialización e
incertidumbre, las empresas necesitan optimizar su productividad para no
quedar rezagadas.
Precisamente, la logística estratégica es una herramienta fundamental para desempeñarse con éxito en un escenario altamente competitivo.
Su objetivo consiste en maximizar margen, rentabilidad y competitividad a través de una óptima asignación de los recursos. Las operaciones de la compañía deben planificarse para cumplir simultáneamente con dos condiciones: eficacia en el uso de recursos y satisfacción al cliente para asegurarse su lealtad.
Así, entre las principales cuestiones estratégicas a definir, se
destaca la conformación de la estructura de la cadena de producción:
¿Cuál es el número ideal de fábricas y depósitos? ¿Cuál es la localización óptima? ¿Cuál es la política más efectiva para el manejo de los inventarios y del servicio? ¿Cuál es la mejor estructura y composición del sistema de transporte? ¿Cuál es la mejor forma de asegurar la flexibilidad del sistema ante cambios en el entorno y la coyuntura?
Ahora bien, estos interrogantes deben responderse a través de un adecuado manejo de la información. Hoy disponemos de importantes herramientas para acceder a datos confiables en tiempo real.
Desde luego, la importancia relativa de cada variable se modifica según el tipo de producto y mercado donde opere la compañía. No obstante, en líneas generales, las empresas tienden a formular estrategias logísticas que apuntan a minimizar los inventarios.
En los últimos años, muchas organizaciones han decidido estructurar
(con sus clientes y proveedores) cadenas de abastecimiento (o redes
logísticas) con el objetivo de optimizar la productividad y eficacia
integral del sistema. Esto permitió atender múltiples mercados desde
pocos y eficientes centros de fabricación, en condiciones de alta
estandarización y modularización de sus procesos.
Es cierto que las condiciones del entorno no eran favorables. Las
empresas operaban en condiciones de saturación de recursos operativos y
restricciones crediticias. Pero también es cierto que muchas
organizaciones plantearon estrategias inadecuadas para resolver estas
restricciones.
Entonces, ¿cómo superar las malas estrategias que derivan en una
pobre asignación de recursos y una baja satisfacción del cliente?
La clave consiste en ir más allá de la “experiencia en el negocio” a
la hora de tomar decisiones y acudir a la implementación de tecnologías,
herramientas y aplicaciones analítico-matemáticas que permitan
determinar estrategias viables para una óptima planificación de los
recursos.
Este es el “talón de Aquiles” logístico de muchas organizaciones. Buena voluntad y esfuerzos desmedidos no son suficientes. Lo que se necesita realmente para un planeamiento logístico viable es una visión numérica y realista sobre los objetivos y recursos de cada organización. Conocer las propias limitaciones es la base de todo cambio.
Tomado de MATERIABIZ
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