Por sí solos los problemas nunca
se arreglan. Contemplarlos y lamentarme sin corregirlos no hace sino
aumentarlos.
Haciendo lo mismo que ayer tendré
siempre el mismo resultado. O tomo otro camino —otros hábitos— o siempre
llegaré al mismo lugar.
Mejorar exige decisiones y
sacrificios. ¿Estoy dispuesto a mejorar?
Tener bien definidos tus
objetivos y tus prioridades NO vale para nada si no actúas. Simplemente con
decirlo no lo consigues. Esa es la “mala” noticia.
---continua---
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